La profecía de Hab 2. 1-4 fue un motivo de gran ánimo y consuelo para los primeros creyentes adventistas conocidos como milleritas. Cuando el Señor no vino antes de mayo de 1844 como primero se esperaba, ellos quedaron sumidos en profunda perplejidad. Poco después del chasco inicial vieron un significado especial en las palabras del profeta que dice: "Aunque la visión tarde en cumplirse, se cumplirá a su tiempo, no fallará. Aunque tarde, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará” (Hab 2.3). Confiaron "en el lenguaje del profeta" (1T 5.2) y prosiguieron proclamando el clamor de media noche: "¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!" (Mat. 25: 6).
La seguridad de que está profecía tendrá su cumplimiento se encuentra en la promesa de Dios a su pueblo. En consecuencia esto culminará muy pronto. Jesús vendrá en las nubes de los cielos. Todos sus hijos estarán viendo y participando del cumplimiento de esta promesa que es sobre todas las promesas encontradas en el texto del Antiguo y Nuevo Testamento. El Apóstol Pablo cita el mismo pasaje que se encuentra en Habacuc 2.3. Hace referencia a la segunda venida de nuestro Señor en Hebreos 10.37. Él lleva a sus lectores a ver el cumplimiento de esta promesa de una manera clara y evidente. En consecuencia, Él vendrá muy pronto.
Elena G. de White declara: “La segunda venida del Señor ha sido en todos los siglos la esperanza de sus verdaderos seguidores. La última promesa del Salvador en el Monte de los Olivos de que Él vendría otra vez. Iluminó el futuro a sus discípulos llenándoles el corazón de alegría y esperanza. Las tristezas no podrán apagar ni las pruebas empañar esta esperanza. En medio del sufrimiento y persecución, "el aparecimiento del gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo" fue la "bien-aventurada esperanza”. (Maranata el Señor Viene MM, 1877,10). ¡Preparémonos, Él vendrá muy pronto!
Jhonathan James de Sousa
Alumno de 4° año de Teología de la Universidad Adventista de Bolivia
Nenhum comentário:
Postar um comentário